Si te preguntara cuales son las corporaciones más grandes del mundo, probablemente la respuesta más lógica sería Apple, Microsoft, Disney, Amazon, etc.
Aunque estas respuestas son correctas, existe una corporación que ha resistido el paso del tiempo como ningún otro banco, empresa o entidad financiera, donde sus miembros se encuentran al mismo nivel de riqueza que los dueños de las compañías petroleras de Arabia Saudita.
Desde décadas atrás, el imperio católico, se ha visto involucrado en escándalos tras escándalos.
Sin embargo, es necesario saber que el vaticano no siempre fue una de las corporaciones de cartera capitalista más grandes mundo, en cambio, siglos atrás estaba al borde de la quiebra inmerso en deudas impagables pero ¿Cómo el vaticano pasó de ser “el templo de dios” a la corporación más grande del mundo?
¿Cómo pasó de la quiebra a la en la entidad más poderosa de la historia?
Números inmensos
Con 1.3 billones de miembros, la religión católica se sitúa en el puesto dos de las religiones más grandes y en el puesto uno de las más ricas del planeta.
El Vaticano es la nación soberana más pequeña del mundo y la mayor parte de sus ingresos proviene de las donaciones de sus fieles seguidores.
Solo en Australia, la iglesia católica tiene una riqueza estimada de 30 billones de dólares y se puede estimar que la iglesia tiene una riqueza mínima de 2 trillones de dólares, solo contando a los principales países occidentales.
Retrocedamos en el tiempo, siglos atrás, el Vaticano era un imperio secular, esto significa que no estaba directamente conectado con el catolicismo como lo es hoy en día. Los Papas eran los reyes del Vaticano y también actuaban como los líderes de la iglesia romana en Italia.
Durante la época de los Papas reyes, el Vaticano poseía un territorio de 24 mil km2 en Italia, llamado los Estados Papales. un área enorme, a comparación de lo que es el vaticano hoy en día.
Cambios
En algún momento de la historia el Vaticano no era tan rico como es ahora, en el siglo XVI (16) el imperio estaba al borde de la quiebra.
Construir palacios, monumentos y mantener la corte más lujosa de Europa resultaba muy costoso para los Papas reyes, en tiempos donde construir monumentos grandiosos era prioridad en Europa.
El imperio ya cobraba grandes impuestos a sus ciudadanos por comercialización de productos y negocios locales, y similar a los gobiernos sospechosos de corrupción de hoy en día, los tributos de las personas se destinaban a mantener el lujoso estilo de vida de los Papas reyes y sus cardenales.
Sin embargo, los impuestos no eran suficientes, El Papa y sus secuaces necesitaban una manera más rápida de hacer dinero.
Negocio redondo
El 18 de abril de 1506, el papa Julio II colocaba la primera piedra del mayor templo de la cristiandad de la época, la basílica de San Pedro. Julio II invirtió gran cantidad de los fondos del vaticano pero pronto falleció.
León X, el siguiente elegido, tuvo que hacer números y ver de dónde sacaba dinero para levantar tremenda obra sin que la calidad de vida del papado disminuyera.
Y se le ocurrió la estafa más grande de la historia, que en la época se catalogó como brillante, la venta de indulgencias. La palabra «indulgencia» viene del latín «indultum», que significa “sin deuda”.
El Papa comenzó la producción de una serie de postales que vendía curas a los cristianos temerosos, que creían que por pagar cierta cantidad de dinero se ahorrarían el trámite del juicio final e irían directamente al cielo, por llevar su indulgencia en el bolsillo.
En la actualidad, tal vez solo un niño inocente pueda caer en aquella estafa, pero hay que recordar que era muy fácil que la gente comprara, ya que en esas épocas los cristianos vivían con un gran terror de la ira de Dios.
Todo el dinero de esa gran estafa llegaba a las cuentas del Vaticano.
Las indulgencias se convirtieron en el ticket de salida de los presos y la excusa perfecta para pecar sin miedo.
La Iglesia recaudó millones, sin embargo, países como Alemania, conscientes de la estafa, se negaron a pagar estas indulgencias y la iglesia perdió a su vez, millones de fieles.
Pese a ello, la venta de indulgencias continuó por las siguientes décadas y la Basílica de San Pedro pudo ser finalizada jugando con el miedo de los fieles de no ir al cielo.
Pérdida de territorio
Durante este tiempo la iglesia y el Papa eran cada vez más ricos, sin embargo, después de la revolución francesa en 1789, las cosas empezaron a ir cuesta abajo.
Primero Napoleón exigió millones en tributo al Vaticano y otros líderes europeos empezaron a cobrar impuestos al Vaticano también.
El Papa catalogó los impuestos como” la obra del diablo”, y los flujos millonarios del Vaticano pronto se vieron afectados.
Los Estados Papales pronto entraron en crisis por el incremento en el impuesto a los ciudadanos.
En poco tiempo, los Estados Papales se rebelaron contra el Vaticano y asesinaron al primer ministro papal, Pellegrino Rossi.
Los ciudadanos estaban hartos de ser tratados como una reserva de dinero.
Desesperados por obtener ingresos, los funcionarios católicos “tragaron su orgullo” y acudieron por ayuda a la familia judía Rotschild, una de las familias más poderosas de la época.
Los Rotschild ayudaron al Vaticano con 50 millones de francos, equivalente a 10 millones de dólares de hoy en día.
Sin embargo, en 1870 los italianos invadieron Roma y pusieron fin al control del Vaticano sobre los Estados Papales.
Invirtiendo el capital
El Vaticano se encontraba en una encrucijada y esto se tradujo en las primeras grandes inversiones del Vaticano en bienes raíces.
La corporación se hizo dueño de inmensos terrenos en Roma y pronto “surfearon la ola” del auge inmobiliario en Italia.
En los años siguientes las inversiones del Papa dieron sus frutos y el Vaticano se enrumbó nuevamente a la riqueza.
Sin embargo, en 1887 el mercado inmobiliario en Italia colapsó y nuevamente el Vaticano se encontraba en búsqueda de nuevas formas de ganar dinero.
La moral vs el dinero
La iglesia acudió nuevamente a la donaciones o también conocidos como “Peter’s Pence” y si los miembros regulares de la iglesia querían ayudar a “salvar almas”, todo lo que tenían que hacer era donar parte de su dinero al Vaticano. Con esto la corporación volvió al ruedo de las inversiones.
Sin embargo, el reto de sobrevivir a las guerras mundiales llegó y pronto el templo de dios encontraría una nueva manera de rentabilizar sus activos como nunca.
En aquella época, el Papa Benedicto XV iniciaba en el puesto y el Vaticano, trató de incentivar a Italia de que se mantuviera en campo neutral en la primera guerra mundial, con la finalidad de mantener sus inversiones seguras.
Sin embargo, en 1915 Italia se unió a los aliados y declaró la guerra a Alemania, dejando a Benedicto XV desesperado por mantener los ingresos del Vaticano en funcionamiento.
Por lo que el Vaticano optó por alquilar una de sus grandes propiedades en Roma a una empresa fabricante de armas alemanes.
Con ello, la corporación religiosa generaba ingresos indirectamente, de la venta de armamento alemán en Italia.
Cuando el público se enteró de lo que ocurría dentro de las instalaciones religiosas, el Vaticano declaró estar en “shock” ya que “no sabían” lo que su inquilino hacía.
En 1933, el Vaticano opta por contratar a un asesor financiero y con ello, la época de rentabilidad más grande del vaticano estaba por venir.
El Vaticano y Alemania Nazi, un dúo perfecto
En la segunda guerra mundial, el Vaticano decidió apoyar a un solo bando y por sus negocios previos con los alemanes, optó por Alemania nazi.
A cambio, Alemania deduciría el 10% de los salarios católicos alemanes para enviarlo directamente al Vaticano.
La Iglesia siempre tuvo problemas en hacer que los católicos paguen por su cuenta, por lo que tomar automáticamente el 10% de los salarios católicos en Alemania impulsó nuevamente la economía del Vaticano.
Tan buena era la relación del Vaticano con Alemania, que cerca del final de la segunda guerra mundial Alemania tomaba el dinero de las pólizas de seguro de vida de los judíos fallecidos y lo enviaban al Vaticano.
Cuando las familias llegaban pidiendo el dinero que legítimamente les correspondía, las compañías de seguro pedían un certificado de defunción que sabían que era imposible obtener.
Sin embargo, había un problema, todo el dinero que procedía de Alemania Nazi se encontraba en bancos occidentales, lo que significaba que podía ser rastreable y no pasaría mucho tiempo para que los aliados encontraran todo el dinero que procedía de Alemania nazi y congelaran sus ingresos.
“Mi banco, mis reglas”
El asesor financiero del Papa ideó un plan magistral para proteger los ingresos, construir un banco propio en el Vaticano llamado el Instituto para las Obras de Religión.
El banco del Vaticano, al ser una institución de una nación soberana, podía funcionar con reglas propias, sin informes anuales ni declaraciones de dónde proviene el dinero y solo tenía un accionista, el Papa.
Ahora los millonarios italianos, preferían el banco del Vaticano e incluso la OSS, agencia precursora de la CIA, descubrió que Hitler tenía una cuenta en constante uso en aquel banco, la mafia Italiana tendría un banco perfecto y pronto se catalogó al banco del Vaticano como el “El banco ideal para lavar dinero”.
En 1950 la iglesia tenía 600 millones de miembros y dependía de las donaciones como su mayor ingreso para invertir.
Cuando salió un informe de que el Vaticano poseía 13 billones de dólares en inversiones, el Papa lo corrigió diciendo que se encontraba en 500 millones de dólares aproximadamente, cerca del 3% de lo estimado.
Actualidad
En la actualidad la iglesia tiene 1.2 billones de seguidores y se estima que tiene un patrimonio de 2 trillones de dólares como base.
Aunque este cálculo no es del todo exacto, si tan solo podrían ganar el 3% anual de aquel patrimonio, daría una rentabilidad de 60 billones de dólares al año.
Sin embargo, en el 2018 el Vaticano informó que su rentabilidad rondaba los 20 millones de dólares, monto que ni se acerca al 0.2% de rentabilidad de su patrimonio estimado.
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Escrito por Cristian Arens
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